En la puerta del discopub CARDENAL, situado exactamente en el número treinta y dos de la breve y animada calle Cardenal Cisneros, hay un montón de personas, en su mayoría mujeres, en su mayoría atractivas, que esperan, inasequibles al desaliento y al frío inclemente, que el local abra sus puertas. Podría pensarse que van a debutar los nuevos Beatles, o que alguna rock and roll star ha pasado por Mad Madrid y sus fans exhiben la más impecable de las paciencias para estar durante una hora o dos cerca de sus estrellas favoritas. Pero no es eso, no es exactamente eso. Es Bollywood. Baile o danza Bollywood. Lo sé porque yo soy una de esas personas que pasa frío y salta de un pie a otro, se sube la bufanda o cala bien el gorro de lana, hasta que la disco, por fin, se digna a bajar el puente levadizo y las damas y caballeros podemos entrar en un local que en principio parece demasiado pequeño e inadecuado, no hay escenario, es estrecho, tiene una iluminación de discoteca y para colmo en la pantalla de plasma se mueven las imágenes, bailarinas por supuesto, del programa MIRA QUIEN BAILA, porque hay una gala para recaudar fondos para la Fao o no sé que historias, y las alumnas de la primera escuela de baile Bollywood que se abrió en España (en Barcelona, sigamos siendo precisos) aparecerán o han aparecido en el programa conducido por mi querida Anita Laguirtijita.
Pero sucede que la escuela de Barcelona no es la única donde se enseña a señoras y señoritas a danzar al modo de moda en la India; en Madrid hace unos meses funciona otra escuela, y funciona con extraordinario éxito. Y por eso estoy yo en el interior de la estrecha discoteca, bebiendo cerveza, hablando a gritos (quizá tendría que aprender a estar callado cuando me invitan a una fiesta), porque conocí al alma mater del asunto, la imparable y encantadora Victoria -Salomé, para sus alumnas y el público en general- una noche en el café-restaurante cercano a la Plaza Mayor- y ese mismo día me contó que habría una fiesta para presentar el baile Bollywood en la Villa y Corte y me apunté sin dudar a la fiesta, que un mes después se hacía realidad.
Pero, con franqueza, pensé que en tan estrecho y en apariencia inadecuado marco, la celebración sería un fracaso.
Me equivoqué, lo pasé fenomenal. Porque Victoria/Salomé desplegó una energía y encanto formidables, consiguió ordenarnos o agruparnos o amontonarnos (pero no se podía estar en mejor compañía, como ya he insinuado o dicho al principio), despejar el fondo del local y allí nada más y nada menos que veinte bailarinas ataviadas con vistosos y coloristas saris nos hicieron olvidar a todos la espera y el frío en la puerta, el largo rato que tardó en empezar la exhibición, aplaudir, disfrutar y hasta quedarnos escuchando bollywood music hasta que los compromisos y obligaciones de cada uno nos llevaron o condujeron a otros lugares.
Y lo sucedido me hizo recordar que jamás es el marco sino el cuadro que vive en su interior, quien consigue la magia, como la consiguió Salomé/Victoria el pasado sábado cuando Madrid no era Madrid, porque era... ¡Bollywood!
Enlace de la información en: http://www.javierpuebla.com/Columnas/2007/Bollywood.html
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